Cuando su corazón dejó de palpitar, los pájaros volaron de la rama.
Fue igual que la vez en que un gran árbol decidió tumbarse un miércoles, por ahí de las 2 de la tarde, cerca de mi casa.
Después del estruendo, y de que los pájaros volaran de las ramas, todo quedó en un total silencio.
Un silencio como cuando su corazón dejó de palpitar y recibimos la noticia.
Todo el ruido se convirtió en silencio,
y todas las sonrisas, en caras serias.
El día antes, los carros pasaban sin más ni menos, el viento soplaba y, a lo lejos, se escuchaban niños y niñas jugando.
Pero el día en que su corazón dejó de palpitar, ya no se escuchaba nada.
Como un día feriado: las calles vacías,
o una caminata en la playa en un día de invierno.
Silencio, silencio, silencio.